¿Lealtad a la Traición o Libertad?
La rebelión del pueblo contra el aparato de Estado es un acto de Libertad contra un movimiento político traidor, que reacciona en defensa de sus privilegios
En abstracto, se dice que para ser libre uno debe poder elegir. Además, continuando ese hilo de reflexión se podría preguntar: ¿cómo tengo ese poder de elegir si no tengo antes el saber de lo que se juega con mi elección, de la naturaleza de la elección misma y de las opciones que se le presentan? Es cierto que, si todavía no reconozco lo que me ocurre articulado siempre por mi responsabilidad, seré la pasiva víctima de un destino impuesto. Pero también lo es que nunca estamos completamente informados de todas las variables del contexto en que vivimos y actuamos y que, antes bien, nos movemos más por reflejos y hábitos compartidos con una comunidad, una generación, una clase social, etcétera. Esto acota el margen de preferencias posibles a los prejuicios y sesgos bio-culturales heredados, a los que estamos lejos de señalar como algo malo, pero que definitivamente tienen poco que ver con la teoría de la acción racional de los liberales y mucho menos con el instalado mito igualitario y universalista de la libertad. Aún así, claro que es posible tomar el poder de elegir en las propias manos, pero esto siempre ocurre contra la tendencia predominante en un grupo determinado. Las decisiones que siguen la corriente no se notan ni se hacen notar como libres pues no lo necesitan. La libertad recién se vuelve un tema cuando, de hecho, prácticamente no tengo opción, pero tampoco me resigno a no tenerla y me abro camino contracorriente.
¿Puede acaso el más arraigado instinto de supervivencia e indomabilidad de una comunidad llamar "libertad" a su afirmación contra las tendencias predominantes que lo sofocan, exigiendo extinción voluntaria? ¿Pueden las minorías ilustradas esta vez ser las que arrancadas de la comunidad como están apelen sin embargo a la solidaridad, al paternalismo de la "casa común", de la patria y la familia, a un horizonte comunitario imaginado que los salve del pueblo profundo real que clama por venganza porque la justicia no está en sus manos?
El pueblo no quiere saber de qué se trata para ser libre, solo el ilustrado pide credenciales y abulta razones para nunca pensar contra sí mismo pero pedir, sí, que el pueblo actúe contra sus intereses. La “voluntad de castigo” o “la bronca”, son la figura bajo la cual estos iluministas auto-percibidos populares marginan el sentir pensante de un grupo que se resigna a morir, eligiendo a sabiendas el peor de los males posibles para sus verdugos y, al menos, la posibilidad de algo distinto que otro no le ofrece. Es el sentido común: el terror de las letras y del racio-universalismo porteño de siempre, aunque se trate de millennials "sensibles al pueblo" que peinan canas. Estos intelectuales asustados piden matar al mensajero despeinado para darle otra chance más al marido chanta y golpeador, al Estado "inclusivo", que nos dice que esta vez sí va a ser distinto porque todavía comen de su mano todos esos que se borran y se hacen los pelotudos cada vez que te garcan y te pegan, mientras obligan a tus hijos a caminar hacia el peor de los mundos… Bueno, si todos esos dicen que "la patria está en peligro", debe estar pasando algo grandioso, y lo saludamos. Lo mejor es siempre lo mejor para los míos en un lugar y en un momento determinado. Algún golpe hay que devolver con lo que haya a mano y eso es lo mejor para el que está acorralado. Ellos te piden “Lealtad” y te dicen: “quédate en casa, todo va a volver a ser como antes”. Y sabés que te mienten. Hoy “Lealtad” es devolver el golpe con lo que haya mano para sobrevivir e irse de “casa” para siempre, es la libertad de seguir viviendo, del que insiste en su forma de ser aunque tenga que después seguir sacándose de encima ortibas y traidores.
¡¿Pero qué pasará después?! ¡¿Y nuestra moneda y aerolíneas y paka paka?! ¡¿Y los nenes en Palestina si gana un enamorado de Israel?! A los argentinos les preocupan los argentinos. Y hasta ahora les fue para el orto y el país siguió siendo una colonia indigna del globalismo degenerado aunque hayamos tenido moneda propia, paritarias con sindicalistas de campera de cuero y caballos de polo, aerolínea de bandera con viajes baratos a Miami y cine de mierda subsidiado, pero "nacional". El pueblo está instintivamente rechazando esa doble moral perversa del bombo vacío de un movimiento de enemigos, traidores y cagones que se dejan psicopatear… ¡y ya es un montón!, porque realmente no tiene otra opción. Todavía la psicología del votante “antisistema” de clase media no acepta que esperar una opción políticamente pura no es una opción ni algo que se le pase por la cabeza al hombre de pie que no habita un mundo de ideas, sino el mundo real. El pueblo no es libre de elegir porque los orgánicos a la traición le quitaron la posibilidad de hacerlo. Agitando ese principio perverso de que “el peor de los nuestros es siempre la mejor opción” nos han vendido al peor enemigo y han venido hasta acá obedeciendo la claudicación en cada elección. Por eso, el hombre común y corriente está obligado a salir por dónde puede del rincón enfermizo al que lo llevó el peronismo condescendiente y aburguesado. ¿Y encima hay quienes esperan que un pueblo desesperado se ponga exquisito? El 22 de Octubre gritamos con el pueblo: ¡viva la Libertad Carajo! El día después, la lucha por la supervivencia sigue como hasta ahora, no es novedad para ningún argentino. Plata y miedo nunca tuvimos.